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¿Cómo la India equilibra la geopolítica global en era de cambios?

Representa un ejemplo interesante de cómo se comporta en un entorno internacional cambiante un Estado independiente, capaz de "inclinar la balanza mundial en uno u otro sentido", señala un experto ruso.
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La India ya tiene garantizado un lugar destacado en la escena mundial en un futuro próximo, gracias a los «procesos políticos fundamentales que están teniendo lugar en el país y en todo el mundo», opina Fiódor Lukiánov, editor jefe de la revista Russia in Global Affairs y presidente del Consejo ruso para la Política Exterior y de Defensa. Además, su propia ubicación y sus tradiciones culturales la convierten por sí sola en un actor importante.

El primer ministro indio, Narendra Modi, inauguró el lunes un enorme templo hindú en Ayodhya, la ciudad santa donde se cree que nació Rama, uno de los principales dioses del panteón. El acontecimiento no puede atribuirse únicamente al ámbito religioso, ya que demuestra claramente el deseo generalizado de una «identidad específica» tras el fin de la era del universalismo personificada por la globalización político-económica liberal de finales de los años 1980 y 2010, argumenta Lukiánov.

En cuanto al panorama religioso, si bien los hindúes representan el 80% de los más de 1.000 millones de habitantes del país, hay bastantes partidarios de una orientación más laica y menos nacionalista, representada por el segundo partido del país, el Congreso Nacional Indio. Asimismo, la India alberga más de 200 millones de musulmanes, lo que la convierte en el tercer país musulmán del mundo, destacó.

Sin embargo, «es desde que el Partido Bharatiya Janata, liderado por Modi, llegó al poder a mediados de la pasada década cuando se ha apostado por la consolidación ideológica en torno a la identidad hindú», indicó.

En este sentido, el experto recordó que el país vive una campaña electoral de cara a las elecciones generales que se celebrarán en la primavera boreal. «Los retratos de Narendra Modi y sus declaraciones le acompañan por todas las autopistas y los canales de televisión cubren sus actividades con sumo cuidado. La India acaba de concluir con gran éxito su presidencia del G20 y los recordatorios de este periodo también están por todas partes, como testimonio del papel internacional cada vez más importante de la India«, afirmó.

Además, en su opinión, factores externos, como el aumento de las tensiones mundiales y la polarización entre Occidente y Rusia y entre Estados Unidos y China, también desempeñan un papel importante, lo que permite a una India grande y bastante independiente «inclinar la balanza global en un sentido u otro«. Al mismo tiempo, su escala, ubicación y autosuficiencia cultural le garantizan por sí solas un papel importante en la escena mundial, afirmó.

«La India es un país complejo, agobiado objetivamente por multitud de problemas, que siempre gastará el máximo de recursos y energía en su autodesarrollo y en mantener la estabilidad interna», señaló Lukiánov. Con todo esto, el intento de Modi de construir una línea vertical ideológica y política pretende, en parte, liberar algo de energía para los empeños exteriores.

«Sin embargo, la India tiene una peculiaridad. En sentido estricto, puede que no haga nada en absoluto, pero su escala (demográfica, de mercado), su ubicación y su tradición cultural (autosuficiencia basada en una fuerte confianza en sí misma, hasta cierto punto incluso en su propia superioridad) le garantizan un lugar significativo en el escenario mundial. Solo el hecho mismo de la existencia de este país», subraya el experto.

«El objetivo de Modi es convertir a la India en una nación desarrollada para el centenario de su independencia, en el 2047«, destacó. Según Lukiánov, aunque ese horizonte es aún lejano, la India resulta un ejemplo interesante de cómo se comporta un Estado independiente en un entorno internacional cambiante.

«Por otro lado, si la visión india de la seguridad internacional tiene una constante, es la desconfianza y el miedo a China», afirmó. Mientras, la actitud del país hacia Rusia es buena, y el legado de las décadas anteriores podría ser la base de una relación sólida. No obstante, «sobre esta base es hora de construir un nuevo edificio, teniendo en cuenta otras circunstancias mundiales. De lo contrario, tarde o temprano la fundación se convertirá en un recuerdo del otrora brillante templo de la interacción bilateral, y no en la base de su renacimiento», concluye Lukiánov.

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