La formación técnico profesional ha tenido diferentes transformaciones, especialmente en América Latina donde se ha ido posicionando de acuerdo a las necesidades de cada país, pues son programas educativos orientados a desarrollar habilidades, destrezas y competencias de calidad que prepara a los individuos para la ejecución de trabajos específicos. Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), uno de los mayores desafíos que tienen los países es la inclusión de la Educación Técnico Profesional (ETP), en todos los procesos productivos y de servicios.
A través de una oferta acedemica de especializaciones técnicas se forman aptitudes profesionales, proporcionando una preparación académica que permite la pronta incorporación laboral, con la obtención de un título en dos años logrando de esa manera transiciones exitosas entre la formación y el mundo laboral.
En Honduras históricamente ha existido la formación técnica, a estos se les conocía como; especialistas, peritos, maestros, técnicos en electrónica, profesionales amateurs y expertos. Para el año 1996 se oficializa la formación técnico profesional universitaria donde la mayoría de universidades incluyen una oferta académica para todas las áreas laborales.
En la actualidad son más de 50 carreras de Educación Técnica Profesional (ETP) a las que jóvenes y adultos tienen acceso en las distintas universidades del país. Estos profesionales al egresar son los encargados de velar y custodiar por el cumplimiento adecuado de los procesos de producción y servicios.
En los países en vías de desarrollo, los sectores público – privado deben considerar en sus objetivos y políticas públicas la inclusión de perfiles profesionales que se adapten a su realidad y necesidad, considerando que en la agenda del 2030, para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, asigna un rol protagónico a la educación técnica profesional que rige los programas mundiales de desarrollo.
Se vislumbra que para los próximos 15 años, la Educación Técnica Profesional (ETP) tendrá un rol protagónico para propiciar el acceso igualitario y de calidad a esta educación y a aumentar el número de jóvenes y adultos con competencias técnicas y profesionales para acceder al empleo, el trabajo decoroso y el emprendimiento.
De igual manera la educación técnica se debe convertir en la respuesta a una necesidad profesional existente y que favorece al desarrollo económico y social en aquellos grupos menos favorecidos del país fomentando no solo la inclusión laboral si no el desarrollo de pequeñas y medianas empresas del sector emprendedor.