Un equipo de especialistas de las universidades de Bournemouth y Bangor (Reino Unido) ubicó bajo las aguas del mar de Irlanda el barco que avisó al Titanic sobre la presencia de inmensos témpanos flotantes, poco antes de que el célebre trasatlántico se hundiera, informan sitios web universitarios.
Como se sabe, en 1912, mientras el Titanic cumplía su viaje inaugural, el buque mercante SS Mesaba, que también estaba cruzando el Atlántico, envió por radio un mensaje de advertencia. El aviso fue recibido, pero nunca llegó al puente de mando: esa misma noche el Titanic chocó contra un iceberg y se hundió, con saldo de 1.500 muertos.
El SS Mesaba continuó en servicio durante seis años más, hasta que en 1918 fue torpeado mientras se desplazaba en convoy de Liverpool a Filadelfia. Murieron 20 personas, incluyendo a su capitán. Nunca se pudo determinar, hasta ahora, el lugar preciso del naufragio.
Para averiguar el paradero del Mesaba, los especialistas de las universidades británicas recurrieron a la novedosa tecnología del sonar multihaz, que posibilitó el hallazgo y la identificación de los restos de la nave. Se trata de un aparato de alta resolución, utilizable tanto en embarcaciones de superficie como en submarinos, cuyo alcance llega a los 6.000 metros de profundidad.
Un escaneo del fondo marino mostró dos grandes estructuras cercanas, que pudieron ser identificadas como los restos del SS Mesaba. El buque es uno de los 273 naufragios encontrados en un área de 7.500 millas cuadradas del mar de Irlanda, todos los cuales fueron escaneados y cotejados con la base de datos de la Oficina Hidrográfica británica y otras fuentes navieras disponibles.
Los arqueólogos marinos pueden hacer uso de la tecnología del sonar multihaz de manera similar a como los arqueólogos convencionales utilizan los escaneos y fotografías aéreas para investigar en superficies terrestres, explicaron los integrantes del equipo. La eficacia de este nuevo método reside en su capacidad para cartografiar los fondos marinos con gran precisión y sin la costosa y difícil interacción física con cada sitio.
Según Innes McCartney, quien formó parte del equipo de investigación de la Universidad de Bournemouth, el descubrimiento marca un «momento decisivo» para la arqueología marina. «Debería ser de gran interés para científicos marinos, agencias medioambientales, hidrógrafos, gestores del patrimonio, arqueólogos e historiadores», aseveró.
El experto Michael Roberts, de la Universidad de Bangor, quien dirigió los estudios con sonar, añadió que los investigadores examinan los pecios o restos de naufragio para comprender mejor cómo los objetos interactúan en el fondo marino con los procesos físicos y biológicos. Además, la aplicación de esta nueva tecnología podría «apoyar el desarrollo y el crecimiento del sector de la energía marina», destacó.