Científicos del Instituto Oceanográfico Woods Hole y del Instituto de Oceanografía Scripp de la Universidad de California, ambos de EE.UU., descubrieron nueva especie de gusano de aguas profundas que habita cerca de una fuga de metano en el litoral de Costa Rica, indican en la página web del primer centro.
El gusano recibió el nombre oficial de ‘Pectinereis strickrotti’ en honor a Bruce Strickrott, el piloto principal del sumergible Alvin, que jugó un papel clave en la localización y recolección de los especímenes, señala un estudio publicado en la revista PLOS ONE.
En 2009, un equipo de la Universidad de California buceó en el Alvin a una profundidad de 1.000 metros y detectó a unos gusanos inusuales que se asentaban en los alrededores de una filtración de metano en aguas costarricenses.
Sin embargo, el primer intento de observar más de cerca a estas criaturas no tuvo éxito. En 2018, investigadores regresaron al sitio y utilizaron un dispositivo de vacío para recolectar algunos ejemplares para su análisis.
El ‘Pectinereis strickrotti’ mide aproximadamente 10 centímetros y su cuerpo alargado está flanqueado por una hilera de apéndices erizados, denominados parapodios. Estas extremidades ayudan a los gusanos, que son ciegos y viven en la oscuridad total, a nadar formando un patrón ondulado.
El equipo de científicos cree que el ‘Pectinereis strickrotti’ probablemente tiene agudos sentidos del olfato y del tacto, como para desplazarse en ese mundo de tinieblas.
La criatura cuenta con unas robustas mandíbulas en forma de pinza que pueden extenderse hacia afuera en la búsqueda de alimentos. Además, cuando se lo ilumina, parece que es de color rojo, quizás debido a la sangre.
Aunque los biólogos marinos aún desconocen de qué se alimenta, consideran que podría ser de bacterias y otros gusanos.
«La forma en la que se movía era tan elegante que me pareció una alfombra mágica viviente», comentó el propio Strickrott.
Los rezumaderos de metano son fisuras del fondo marino por las que este potente gas de efecto invernadero se escapa de las rocas y sedimentos en forma de burbujas. A diferencia de las filtraciones hidrotermales, las de metano no están más calientes que el agua que las rodea. No se trata de ecosistemas alimentados por luz solar, sino por energía química, gracias a que los diminutos microbios que allí habitan desarrollaron la capacidad de consumir metano.
Esos microbios constituyen la base de la red trófica en la que predominan cangrejos, mejillones y los poliquetos de cuerpo blando, como el ‘Pectinereis strickrotti’.