Honduras, octubre 2025._ Cuando uno piensa en salud infantil, lo más común es imaginar vacunas al día, alimentación balanceada, chequeos médicos regulares y mucha actividad física. Sin embargo, hay un tema poco discutido que merece más atención: la salud intestinal. Y dentro de ella, un actor silencioso pero fundamental: la microbiota.
La microbiota es el conjunto de microorganismos —principalmente bacterias, pero también virus, hongos y otros— que habitan en distintas partes del cuerpo humano, especialmente en el intestino y que juegan un rol decisivo en la salud del niño. Estas bacterias no solo ayudan a procesar los alimentos, también fortalecen el sistema inmunológico, defienden contra patógenos y hasta inciden en el desarrollo emocional y neurológico. La disbiosis -un desequilibrio en la microbiota- puede abrir la puerta a infecciones recurrentes, alergias, baja respuesta inmune e incluso afectar el estado de ánimo y el desarrollo cognitivo.
Los cuadros como la diarrea aguda, tan comunes en la infancia, tienen un impacto más profundo del que imaginamos; de hecho, son la segunda causa de muerte en niños menores de 5 años. A pesar de que muchas de estas diarreas son de origen viral y autolimitadas, el impulso inmediato suele ser dar antibióticos. Pero esta práctica, lejos de ayudar, puede alterar la microbiota intestinal y prolongar la recuperación. Además, contribuye a un problema global: la resistencia a los antibióticos.
Por eso, uno de los enfoques actuales en la pediatría moderna es la restauración activa del equilibrio intestinal, y aquí es donde herramientas como los probióticos clínicamente respaldados encuentran su lugar. Se trata de aprovechar los beneficios comprobados de cepas específicas -como la LGG- que ayudan a acortar la duración de la diarrea, prevenir complicaciones y apoyar la salud digestiva del niño en el mediano plazo.
También es clave el papel de las madres y padres. Muchas veces, por temor o desinformación, se toman decisiones rápidas que no necesariamente son las mejores. Por eso, mi invitación es a informarse, a preguntar al profesional de salud de confianza y a considerar opciones basadas en evidencia. Hay alternativas que no solo alivian los síntomas sino que también fortalecen la base misma de la salud: el intestino.
Cuidar la salud digestiva en la infancia no es solo evitar malestares momentáneos. Es fortalecer las defensas, apoyar el crecimiento, prevenir enfermedades y construir una salud más resiliente a futuro. Una microbiota equilibrada hoy puede ser la diferencia en cómo un niño enfrenta los virus de mañana, su respuesta a las vacunas o su bienestar general en la escuela y en casa.
Decisiones pequeñas, como optar por una intervención menos invasiva y más natural, pueden tener un impacto enorme. Porque la salud no empieza solo con una vacuna o un jarabe: muchas veces empieza en el intestino.
###